La Casa Langstroth era una ferretería en la que también se comercializaba una gran cantidad de productos como muebles, cristales, artículos de mercería y telas, entre otros. El negocio prosperó por décadas, aunque cerró sus puertas en 1995.
En la actualidad el edificio está abandonado, y aunque han querido demolerlo, el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) no lo ha permitido, pues está clasificado como un conjunto arquitectónico de un gran valor histórico. Así, la antigua ferretería sigue de pie en una de las calles más céntricas de la capital regiomontana.