Aunque la relocalización (nearshoring) se ha destacado como un factor relevante para impulsar al sector productivo de México, incluidas las industrias vinculadas al sector ferretero, la llegada de Donald Trump a la presidencia de los Estados Unidos genera incertidumbre y la presunción de que el impacto positivo de este fenómeno puede acotarse de manera importante en el caso de nuestro país.
Lo anterior debido al enfoque proteccionista adoptado por el presidente Trump, que se suma a su intención de repatriar empresas estadounidenses a su territorio, lo que plantea un desafío para el nearshoring en nuestro país. Además, la amenaza de imponer aranceles del 25% a los productos mexicanos que ingresen a los Estados Unidos, en el contexto de la política migratoria y de seguridad, aumenta la preocupación sobre el impacto negativo en la economía mexicana.
A este panorama se agregan las limitaciones estructurales de México, como temas en la infraestructura hídrica y de generación de energía, la escasez de fuerza laboral calificada y la necesidad de fortalecer el Estado de derecho. Todos estos factores clave para que el país aproveche al máximo las oportunidades que ofrece el nearshoring para acelerar el desarrollo económico del país.
El resultado es un coctel con impacto negativo en la capacidad de crecimiento de la economía mexicana, cuya dependencia del mercado estadounidense es evidente, ya que alrededor del 85% de sus exportaciones se dirigen al vecino país del norte. Este escenario anticipa un 2025 de difícil tránsito para los negocios, entre ellos, el ferretero. No obstante, la resiliencia del sector dependerá en gran medida de la capacidad y habilidad de sus administradores, así como de la introducción cada vez más recurrente de la tecnología, incluso en las ferreterías de barrio, lo que podría reducir los efectos adversos de esta situación.
Eduardo Casanova Islas