A la fecha, Estados Unidos (EE. UU.) tampoco ha reconocido a Taiwán como país independiente, aunque ahora ha decido externarle su apoyo ante la posibilidad de que su territorio sea invadido.
En ese contexto, Nancy Pelosi, presidenta de la Cámara de Representantes de Estados Unidos, visitó el suelo taiwanés, un acto que fue tomado por China como una provocación, al cual respondió con ejercicios militares e instando al gobierno norteamericano a no causar más daño a las relaciones chino-estadounidenses, así como a la paz y a la estabilidad en Taiwán.
Por su parte, la presidenta de Taiwán, Tsai Ing-wen, agradeció la visita en un momento clave, al considerar que la invasión de Rusia a Ucrania pone de relieve la amenaza de los regímenes autoritarios hacia el orden mundial, al tiempo que externó su deseo de profundizar su cooperación con EE. UU. y las relaciones comerciales con democracias afines, para crear una cadena de suministro más resistente.
Microchips de alta tecnología, ¿la clave?
¿De dónde viene el repentino interés y apoyo de EE. UU. a Taiwán? En lo que va del siglo XXI, la fabricación y diseño de los microprocesadores registraron un proceso de relocalización, trasladando estos procesos de América a Asia para aprovechar los bajos costos de manufactura. El resultado es que hoy los mayores avances e innovaciones en los chips de alta tecnología los tienen los países asiáticos, especialmente Taiwán, que produce alrededor del 60% de los chips para todo el mundo, y la compañía Taiwán Semiconductor Manufacturing Co. (TSMC) tiene más del 50% del mercado mundial, por lo cual se ha convertido en la manzana de la discordia, pues China y Estados Unidos buscan beneficiarse de su avanzada tecnología en chips.
Lo anterior parece haber iniciado una guerra entre las dos economías más grandes del mundo por ganar y concentrar la fabricación y distribución de chips de alta tecnología.
Y es que la competencia por el diseño, investigación y fabricación de los chips va más allá de una mera cuestión económica. En 2020, China declaró su objetivo de alcanzar la primacía mundial absoluta en el diseño y fabricación de chips. La respuesta de EE. UU. es intensificar su inversión en este rubro para frenar al país asiático y recuperar el liderazgo hacia el 2025, así como solucionar los problemas de la cadena de suministro.
Desde el 2021 la demanda de chips ha crecido de manera exponencial en tan poco tiempo que los fabricantes de semiconductores no están siendo capaces de equilibrar la demanda y la oferta, generándose problemas en las cadenas de suministro. Y de acuerdo con directivos, el acceso a los chips va a seguir siendo limitado durante los próximos dos años, ya que la cadena de producción seguirá teniendo problemas para aumentar su rendimiento.
Así pues, no son gratuitas las visitas y apoyo de prominentes personajes estadounidenses a Taiwán. El poder y la supremacía económica de China y EE. UU., a través del control y concentración de la alta tecnología e innovación, está en juego.
México-Taiwán
La guerra comercial que EE. UU. emprendió con China desde la presidencia de Donald Trump, así como su confrontación tecnológica, han beneficiado, de alguna manera, a Taiwán y México, pues tomaron una parte de las exportaciones chinas a territorio estadounidense.
Por otro lado, para proteger el equilibrio y la diversificación de las cadenas de suministro de sus empresas, Taiwán está buscando extender sus cadenas industriales a otros países, México entre ellos, por lo que considera necesario abrir un acuerdo comercial directo con nuestro país y así obtener protección para sus inversionistas, incentivos comerciales y preferencias arancelarias, además de acceder con mayor facilidad al mercado de EE. UU., Canadá y Latinoamérica.
Para Taiwán, México es una prioridad en el establecimiento de plantas de producción tecnológica, ya que en la región solo cuenta con una fábrica en Arizona, aunque tiene planes para abrir una más en Wisconsin.
En nuestro país, inversionistas taiwaneses ven viable la operación de un clúster de chips, por lo que están negociando con el gobierno mexicano estímulos para atraer inversiones, así como el apoyo del sector privado, porque el proyecto requiere grandes montos de capital. De lograrse, dicen, se incrementará el valor agregado de las industrias mexicanas, que a la par reafirmarán su importante papel en la cadena de suministro con alta tecnología y capacitación de talento humano especializado en ingeniería, informática y tecnología, principalmente.