De hecho, siete países: Argentina, Australia, Chile, Nueva Zelanda, Francia, Noruega y Reino Unido reclaman soberanía sobre sectores de su extenso territorio de 14 millones de kilómetros cuadrados.
Desde 1961 ese territorio es administrado por un acuerdo internacional, el Tratado Antártico, firmado el 1 de diciembre de 1959 por siete países con pretensiones soberanas más Bélgica, Estados Unidos, Japón, Sudáfrica y Rusia. Todos los participantes acordaron seguir prohibiendo cualquier otra actividad en la Antártida que no sea científica, aunque en 2048 eso podría cambiar porque será el momento de renovar el protocolo que prohíbe la prospección antártica.
El interés que despierta la Antártida radica en sus abundantes recursos naturales: miles de millones de barriles de petróleo; metales como carbón, plomo, hierro, cromo, cobre, oro, níquel, platino, uranio y plata; grandes poblaciones de peces; la más grande reserva de agua dulce del planeta y que en el futuro podría valer más que el oro al ser un recurso escaso (se calcula que contiene el 70% del agua dulce); y por último, sus cielos al ser particularmente claros e inusualmente libres de interferencias de radio los hace ideales para la investigación del espacio profundo y el seguimiento satelital, así como de redes de vigilancia encubierta y el control remoto de sistemas de armas de ataque. Poca cosa ¿verdad?