Latentes interrupciones en cadenas mundiales de suministro

El sector ferretero no ha parado de lidiar con el desabasto, retrasos en el surtido de pedidos y un bajo nivel de ventas.

En un recorrido de Mundo Ferretero por algunas ferreterías ubicadas en la zona metropolitana del Valle de México corroboramos que los problemas de desabasto persisten. Los proveedores continúan teniendo problemas para surtir los pedidos de sus clientes; aunque, dicen, han observado cierta mejoría a partir del segundo trimestre del año. De hecho, comentan que algunas marcas ya han comenzaron a reabastecer sus inventarios al cien por ciento; no obstante, esto es algo que dista de ser un escenario generalizado y que prevalecerá por varios meses más.

Los ferreteros entrevistados reconocen que el sector tuvo la fortuna de ser considerado “esencial” al declararse la pandemia, porque les permitió seguir vendiendo en sus establecimientos e incluso beneficiarse del boom que provocó la demanda de productos y materiales –entre abril y junio– de quienes buscaron adaptar e incluso remodelar sus viviendas durante el confinamiento al que obligó el COVID-19; pero ahora, apuntan, las ventas se han mantenido bajas, alejadas de sus niveles prepandemia. Pese a todo, anotan, “sí ha salido para cubrir los gastos”.

La afectación en ventas tiene varias vertientes, entre ellas: a) Las dificultades para reabastecer sus inventarios debido a que sus proveedores –muchos de ellos importadores de materias primas para la fabricación de sus productos en territorio nacional y otros de productos ferreteros manufacturados– no han podido abastecerlos en tiempo y forma. Esto, ha obligado a los encargados de las ferreterías a realizar sus pedidos con uno y hasta dos meses de anticipación; b) La actualización de las listas de precios al público en periodos  relativamente cortos, reconociendo los incrementos que sus proveedores también les aplican debido al incremento –a niveles históricos– en el costo de materias primas como el acero, cobre, hierro y el hasta el plástico y el pvc; y c) El deterioro del poder compra de las personas que, de alguna manera, han visto afectados sus ingresos a raíz de la pandemia y así se han mantenido ya por más de 15 meses.

¿Cuándo se normalizarán las cadenas de suministro?

La crisis de las materias primas continúa ocasionando retrasos en el suministro de productos y roturas de stock, una situación sin precedentes a la que se suman los altos precios de fletes y contenedores. Por tanto, resulta difícil prever cuando se normalizarán las cadenas de valor, pero difícilmente sucederá antes de que concluya el 2021.

Un informe elaborado por Orange Business Services señala que las cadenas de suministro del 40% de las corporaciones multinacionales no han podido hacer frente a la crisis creada por la pandemia del COVID-19 al generar escasez de materias primas y cierres de fabricación o bloqueos del transporte y que el incremento sin precedentes de la demanda tomó por sorpresa a transportistas, puertos y cargadores, entre otros.

Contexto global

Desde los primeros meses de 2020, una serie de desafortunados eventos generaron profundas interrupciones en las cadenas de suministro ocasionando desabasto e incrementos en costos de producción y precios finales. Esto, ya comienza a generar presiones inflacionarias en China y los Estados Unidos y amenazan con extenderse al resto del mundo.

¿Cómo llegamos a esto? El confinamiento y el cierre de las actividades productivas dificultó el transporte eficiente de mercancías, principalmente provenientes de China, país identificado como el epicentro de la pandemia del COVID-19. Sorprendentemente, también ha sido el que logró superar más rápido la crisis sanitaria reivindicando su papel de ser la fábrica del mundo, al proveer materias primas y manufacturas al resto de las economías en proceso de recuperación.

De hecho, China fue la única gran economía que logró registrar un crecimiento positivo en 2020, aunque, como ocurrió con prácticamente todos los países del mundo, no escapó a los efectos adversos del coronavirus y de registrar tasas de crecimiento anual superiores al 6% en años prepandemia avanzó apenas un 2.3%; no obstante, el ritmo de su actividad económica se aceleró a partir del cuarto trimestre, y ya en los primeros tres meses de 2021 creció 18.3% en términos anuales. De acuerdo con estimaciones del Fondo Monetario Internacional (FMI) la segunda economía más grande del mundo cerrará el año con un crecimiento de alrededor del 8.4% con todo lo que esto implica en términos de demanda de materias primas y de mano de obra para consumo, además de que ha comenzado la implementación de medidas para lograr la neutralidad de carbono en el 2060 lo que ha llevado a añadir otra problemática: las fábricas chinas han retrasado nuevos pedidos e incluso están considerando cerrar algunas fábricas, arriesgando con ello el suministro global por la escasez de productos además del consecuente incremento en el precio de materias (a niveles históricos) y productos terminados.

Mientras tanto, el resto del mundo hace esfuerzos extraordinarios por reactivar sus economías y recobrar sus niveles prepandemia con la inyección de recursos que ha generado fuertes estímulos de la demanda, como es el caso de la estadounidense y en menor medida, la Unión Europea.

Todos estos factores han propiciado una seria escasez de contenedores, dificultando el flujo óptimo de las mercancías (materias primas y productos terminados), situación que se mantiene vigente desde el segundo semestre de 2020 a la fecha, y no se ve para cuando se solucionará esta problemática pues su oferta continúa siendo limitada.

Para el FMI, el repunte en el precio de los metales se explica porque se está dando una recuperación basada en la manufactura (esta actividad no se desplomó tanto al comienzo de la pandemia y se recuperó más rápidamente que los servicios mientras que muchas operaciones mineras fueron interrumpidas temporalmente); el incremento de las tarifas de flete para el transporte de materiales a granel que alcanzaron un máximo de 10 años debido a la congestión en los puertos clave, las restricciones de cuarentena, los problemas continuos para dotar de personal a las tripulaciones de envío y un repunte en los precios del combustible de los profundos canales en la primavera de 2020; las expectativas de una transición energética más rápida y los ambiciosos programas de infraestructura.

Una transición energética rápida podría requerir un aumento de 40 veces el consumo de litio para automóviles eléctricos y renovables, mientras que el consumo de grafito, cobalto y níquel podría aumentar entre 20 y 25 veces, según el Agencia Internacional de Energía; en tanto que los ambiciosos programas de infraestructura en la Unión Europea y Estados Unidos impulsarían la demanda de cobre, mineral de hierro y otros metales industriales. En resumen, los precios seguirán aumentando y las presiones inflacionarias también

Por su parte, algunos analistas señalan que la recuperación va a depender de diversos factores entre los que destacan el avance en el proceso de vacunas en el mundo, el ajuste entre la oferta y la demanda –la industria aún no tiene la infraestructura ni el abastecimiento idóneo de materias primas para hacer frente a la fuerte demanda que ha significado la reactivación de la economía mundial– y del proceso de la adopción de energías limpias de las distintas naciones, entre ellas, China. De hecho, esta última ha sido una de las razones por las que algunas fábricas chinas han incluso detenido su producción.

En este contexto, las empresas se han hecho más conscientes de que necesitan hacer sus supply chain (proceso que se genera desde que el cliente realiza un pedido hasta que el producto es puesto en sus manos) más veloces, ágiles e innovadores para enfrentar las disrupciones provocadas por eventos como la pandemia.

Destaca pues, la necesidad de construir la sostenibilidad y la resiliencia de las cadenas de suministro a través de la digitalización y la automatización de los procesos dirigidos a lograr un manejo más eficiente, flexible y seguro de los cambiantes niveles de la demanda para hacer frente a disrupciones generadas por sucesos como el COVID-19, entre otros.

Y es que los nubarrones en términos económicos y sanitarios aún no están despejados del todo. Agustín Carstens, director general del Banco Internacional de Pagos (BIS) alertó que “Ante el aumento de la inflación, es posible que algunas economías emergentes no tengan más remedio que ajustar la orientación de su política monetaria. De no hacerlo, se corre el riesgo de salidas de capital y depreciaciones de la moneda, lo que aviva aún más la inflación… otro escenario de riesgo se centra en el virus, ya que la campaña de vacunación podría debilitarse y además surgir nuevas cepas del virus, resistentes a las vacunas, lo que provocaría nuevos bloqueos en la actividad productiva”. En resumen, aún no hemos visto el último capítulo de esta crisis y la consigna es prepararse para ser más resilientes.

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