La luz cálida tiene una intensidad inferior a los 3 mil 300 grados Kelvin; la fría entre 5 mil y 6 mil, y la neutra alrededor de 4 mil.
La luz cálida o amarilla se recomienda para espacios de descanso y relajación, como salas de estar o habitaciones, pues su baja potencia se percibe cálida y acogedora.
Por su parte, la luz fría ofrece una mayor iluminación. Su blanco en tonos azulados ayuda a crear ambientes más estimulantes, por lo que es ideal para áreas del hogar donde hay mucho movimiento o se requiere que no haya oscuridad. Es utilizada en cuartos de baño, pasillos, escaleras, y algunas zonas de la cocina y el jardín. También para espacios públicos como estacionamientos, hospitales y oficinas. Cabe destacar que la hormona del sueño, mejor conocida como melatonina, se reduce particularmente con este tipo de luz dada su intensidad.
La luz neutra se encuentra en medio de la cálida y fría, no es ni muy intensa ni muy tenue y es la más parecida a la luz natural del día. Es ideal para cualquier espacio de la casa, aunque es más común encontrarla en lugares de estudio y donde se exija mayor concentración.
Es posible tener más de un tipo de luz en algún espacio de casa, por ejemplo: se puede combinar iluminación cálida y fría en habitaciones o salas de estar, o fría y neutra en baños y cocinas.
La recomendación es que, sea cual sea el espacio en el que se implementen dos tipos de iluminación, haya concordancia. En la primera combinación se sugiere darle mayor fuerza a la luz cálida y utilizar la fría en lámparas o luces decorativas, mientras que en la segunda es preferible dejar la cálida como secundaria.
Con información de Expo Interiores.