Este proceso se engloba en el concepto de “Casa Pasiva”, aludiendo que se deben tener en cuenta las condiciones climáticas, económicas y sociales de la ubicación de la construcción, así como atender la eficiencia energética, el uso óptimo del agua, el manejo de residuos, los materiales utilizados en su edificación, la acústica, la inclusión, y cero emisiones netas de gases de efecto invernadero, entre otros puntos. Un arduo trabajo si se toma en cuenta que la construcción se ha distinguido por ser una de las industrias más contaminantes del mundo.
Para facilitar la transición existe una hoja de ruta enfocada en normalizar hábitos y estrategias de sostenibilidad dentro de la industria de la construcción, así como requerimientos que exigen normas y certificaciones medioambientales internacionales, como LEED, Zero Carbon Certification, Boma Best, Edge, Breeam, EarthCheck y Fitwel, entre otras. En México algunas son obligatorias y otras son recomendaciones.
De acuerdo con expertos, actualmente existen en México 585 proyectos LEED certificados y 428 están en proceso de lograrlo; y advierten que pronto, si las construcciones no cumplen con las características de sustentabilidad, el real estate –nuevo o usado– tendrá fecha de caducidad, es decir, perderá valor.