Este mecanismo funciona de la siguiente manera: cuando una persona defeca y tira de la cadena, el inodoro toma una imagen de las heces dentro de las tuberías. Estos datos recogidos por tiempo prolongado permitirán a los gastroenterólogos conocer mejor la forma de las heces del paciente, o saber si existe presencia de sangre. A partir de los datos recabados, se podrá diagnosticar al paciente y ofrecerle el tratamiento adecuado para su enfermedad.
Para desarrollar esta herramienta de estudio, los investigadores analizaron 3,328 imágenes únicas de heces encontradas en Internet, o proporcionadas por los participantes en la investigación. Todas fueron revisadas por gastroenterólogos gracias a un algoritmo de aprendizaje que fue capaz de clasificar con precisión la forma de las heces en 85.1% de las veces, así como la detección de sangre en un 76.3 por ciento.
Con esta tecnología se podrían detectar de manera anticipada problemas gastrointestinales, como la enfermedad inflamatoria intestinal (EII) y el síndrome del intestino irritable (SII) entre otras.