En su informe “Por qué la planta de Tesla en México es un gran acuerdo para México”, Morgan Stanley enfatiza que estamos ante el inicio de la transición de nuestro país hacia la electromovilidad, la nueva tendencia para mitigar las emisiones de gases de efecto invernadero y combatir el calentamiento global, y que podría incidir en un incremento de las exportaciones mexicanas al mercado estadounidense en un 3.5 por ciento.
La producción de la gigafábrica de Tesla en México forma parte de sus planes de expansión y es complementaria a lo que ya realiza en sus otras cuatro fábricas en operación en California, Nevada, Texas y Shanghái, en donde seguirá ampliando su producción. En China, incluso, Tesla anunció la construcción de otra gigafábrica para producir baterías de litio.
El principal objetivo de Tesla al asentarse en México es incrementar su capacidad de producción de autos, con lo que pasaría de ensamblar casi dos millones de unidades a más de 20 millones para 2030. También podrían ser modelos de menor costo con respecto a los que actualmente ofrece, eso con el fin de abarcar otros segmentos del mercado automotriz.
Pero nada es perfecto, y Tesla advierte que el desafío clave de sus operaciones en nuestro territorio será la electricidad, razón por la cual buscará formas de optimizar el consumo de energía para la fabricación. La inversión inicial en Santa Catarina es de alrededor de cinco mil millones de dólares, y los analistas económicos ya están hablando de un antes y un después de la llegada de Tesla para la economía mexicana. Aunque su efecto exponencial en la economía dependerá de que la iniciativa privada y el gobierno aprovechen el efecto multiplicador que tendrá la llegada de grandes jugadores, en el contexto de nearshoring.