La industria automotriz, aeroespacial, electrónica, médica, eléctrica y construcción, entre otras, son grandes consumidoras de cobre, metal con el que se fabrican tubería y bobinas, conectores, chips, cableado eléctrico, barras colectoras, terminales, dispositivos médicos, motores, transformadores, cables eléctricos, paneles solares, baterías, y un largo etcétera de productos.
Y aunque han surgido materiales que pueden sustituirlo en algunos casos, el crecimiento y desarrollo de las economías, así como de algunas industrias, en particular como la automotriz y su proceso de conversión a la fabricación de vehículos eléctricos, aseguran que su demanda irá en ascenso en los próximos años.
Un automóvil eléctrico necesita 42 kg del metal, casi tres veces más que un vehículo con motor de combustión tradicional, este dato apoya denominar al cobre como “el metal de la electrificación” y se espera que la demanda se duplique a alrededor de 50 millones de toneladas anuales para 2035 a medida que el mundo hace la transición a una energía más limpia para los automóviles y la industria, según la firma de investigación y consultoría Wood Mackenzie.
Por su parte, la Agencia Internacional de la Energía (AIE) prevé que la demanda mundial de cobre podría duplicarse en los próximos 20 años, a medida que aumente el ritmo de la electrificación, y que las aplicaciones de energía limpia podrían representar hasta el 45% de la demanda total.
Los principales países productores de cobre en el mundo son Chile (25% de la reserva mundial), Perú, China, República del Congo y Estados Unidos.