Renovarse o morir. Los negocios, y más específicamente el ferretero, han tenido que adaptarse con prontitud a los cambios de hábitos en consumo y compra de sus clientes; aunque, a decir verdad, aún tiene mucho camino por recorrer.
La diversificación de canales de ventas, con especial énfasis en los digitales, es obligado; sin embargo, de ninguna manera podemos pensar en que esto puede ser el fin del negocio ferretero tradicional, ese que desarrollaron nuestros abuelos y padres.
La tienda física no desaparecerá; por algo gigantes del e-commerce como Amazon también han abierto puntos de venta físicos, aunque no pueden permanecer intactos. Es necesario que nuestros negocios se adapten a los cambios y que trabajemos en adoptar procesos innovadores que favorezcan su permanencia al trascender en el tiempo, conservando las características propias de un negocio de barrio, como lo son la cercanía y la calidez con el cliente que acude a su negocio buscando productos, pero también soluciones de parte de “quienes saben”.
Y para quienes no son ferreteros por tradición, pero desean participar en uno de los mejores negocios del mundo, deben saber que es un sector al que se debe entrar con pasión, que exige dedicación y constancia, y ganas de aprender e innovar para adaptarse a los nuevos tiempos.
Este año, no pudimos festejar la edición presencial de Expo Nacional Ferretera (ENF) en Guadalajara; no obstante, se realizó un festejo virtual atendiendo a los llamados del “Quédate en Casa” y “Sana Distancia”, la cual sin duda fue una experiencia nueva pero reconfortante. El gremio permanece unido y atento a las nuevas tendencias del mercado en términos de cómo llevar la administración del negocio, y del cómo y en dónde vender los productos que, año con año, se suman a los catálogos de las ferreterías del país. Bienvenidos, pues, los cambios. A nosotros, los ferreteros, nos toca hacer nuestra parte, siempre, de la mano de nuestros proveedores.
Eduardo Casanova Islas