Este crecimiento se explica porque los cuellos de botella en las cadenas globales de valor han ido relajándose, favoreciendo la recuperación de la producción industrial. Recordemos que hace unos meses había un serio problema de escasez de semiconductores que hoy casi ha desaparecido debido a la regularización del transporte marítimo, a la normalización de la demanda de equipos electrónicos (que durante la pandemia llegó a niveles récord cuando todo aquel que podía trabajar o estudiar de forma remota requería de mejor conectividad) y a una mayor inversión por parte de los fabricantes de estos productos. En México, hace unos meses la industria automotriz operaba a un 60% de su capacidad instalada y hoy lo hace a alrededor del 90%, que era el nivel observado antes de la pandemia.
La recuperación también se explica por el crecimiento en el consumo (sustentado en elevados niveles de ahorro que las familias acumularon durante la pandemia), a la recuperación del empleo, a los niveles sin precedentes de remesas y a que las recientes olas de contagios de Covid han sido mucho menos dañinas para la salud que las primeras (lo cual a su vez se explica por lo avanzado del proceso de vacunación).
Sin embargo, no debemos valorar el proceso de recuperación de la economía únicamente por el dato de un trimestre. La realidad es que la economía del país sigue mostrando importantes niveles de holgura y que la recuperación continúa siendo anémica e incompleta. Considerando el recién publicado dato de crecimiento del segundo trimestre, la economía de México está todavía 1.1% por debajo del nivel que tenía antes de la pandemia.
Esto en contraste con las principales economías latinoamericanas: Argentina, Brasil, Chile, Colombia y Perú ya han recuperado los niveles de actividad registrados antes de la crisis sanitaria. Ahora bien, si comparamos el nivel actual del PIB con el que se tendría de haber seguido creciendo al ritmo prepandemia (que por cierto no era de presumir) vemos que la economía está 6.8% por debajo de dicho nivel.
El nivel del PIB correspondiente al segundo trimestre de este año anunciado la semana pasada es comparable al observado en el segundo trimestre de 2017. Es decir, se han perdido cinco años de crecimiento (en términos per cápita la comparativa es peor).
Hay quienes mencionan que es notable que la economía mexicana haya crecido este trimestre mientras que la de Estados Unidos se contraía. Algunos sostienen que es una señal de fortaleza de la economía del país y otros hablan de un proceso de desacoplamiento de ambas economías. Ambas apreciaciones son incorrectas. Lo que ocurre es que la economía de Estados Unidos se había recuperado vigorosamente después de la caída causada por la pandemia y llegó a crecer por encima de su nivel potencial. Era una economía sobrecalentada (lo cual explica en parte su elevada inflación) y que ahora está desacelerándose, lo cual es deseable y contribuirá a reducir el alza de precios. Por otro lado, la economía mexicana, como mencioné, todavía no se recupera de lo perdido en la pandemia y continúa inmersa en un proceso de recuperación. Mientras una economía se desacelera hacia niveles más cercanos a su potencial, otra sigue aproximándose lentamente hacia estos. Los datos de crecimiento al segundo trimestre no implican ni que la economía de México muestre mayor fortaleza que la de Estados Unidos ni que estas economías se estén desacoplando. Por el contrario, siguen muy compenetradas y ello implicará un menor crecimiento el año entrante. De esto escribiré en la próxima entrega.
BBVA Research, Carlos Serrano, texto publicado el 4 de agosto 2022.